Reconozco que lo paso mal y cada año peor. No me gustan los balances ni las listas de buenos propósitos tan típicas estos días pero aún así, a veces sucumbo, cosas de mi volátil carácter. Por cada campanada un deseo, salud, trabajo, tranquilidad, un poco de emoción en mi vida, algún viaje que recordar. Es como si frotáramos nuestra propia lámpara de Aladdino pidiendo deseos para nosotros y para nuestra gente. Vas engullendo las uvas y en medio de la algarabía, un extraño escalofrío te recorre la columna vertebral. Es una sensación indefinida, como un miedo terrible a que las cosas empeoren aún más de lo que están, mezclado con esa fiel esperanza de que terminen, por fin, de mejorar. Y así, sigues metiéndote las uvas en la boca, llenándola, a una más de atragantarte.
Ha sido este un año raro, incómodo, pero pese a todo no puedes quejarte: la lotería no te ha tocado pero tienes salud y también sigue ahí la gente que te quiere. Y se impone el brindis, ese brindis familiar que marca el tránsito del viejo al nuevo año. Por mi parte no hay ritual que no siga con tal de ahuyentar el mal fario, desde ir provista de ropa interior roja hasta poner algo de oro en la copa de cava, pasando por entrar al nuevo año con el pie derecho por delante…y no hago el pino puente porque tampoco estoy para muchas exhibiciones que si no, aquí estaba una, la primera…Cualquier precaución es poca si consigo atraer la buena suerte, aún sin tener muy claro qué es eso de ´el azar`. Cuando le abres la puerta al nuevo año, reaparecen viejos temores, a lo desconocido, a no ser capaz de enfrentarte a los cambios -aunque sean para bien- y aún cuando me considero una mujer fuerte, temo no llegar a esa altura tan lejana que los demás esperan de mi. Me da miedo equivocarme, fallar. ¿Conocéis esa canción de Quique González, «Caminando en círculos», se titula? “Hoy me siento así como si caminara en círculos” -canta- “como si diera un salto mortal sin red…No sé dónde voy a ir a parar…” Y me identifico tanto, yo me siento igual, como si fuera un habitante de la ciudad del viento. Volando volátil…A veces, sin motivo lógico, me entra un miedo atroz al futuro…¿Por qué?…Qué sé yo!
Bárbara Alpuente, afinada como siempre, hablaba no hace mucho del tema en uno de sus artículos semanales: ¿Os acordáis de los sufridores aquellos del concurso ´Un, Dos, Tres`? No hacían nada, se limitaban a estar allí y al final, con un poco de suerte se podían llevar el coche, el apartamento en Torrevieja o…la calabaza!. Y es que la gente juega, se arriesga y habla de tú a tú con Mayra Gomez Kemp, mientras tú sigues´caminando en círculos`, aislado en tu cubículo como esos impertérritos personajes del ´Un, dos, tres`…Nos da miedo movernos, avanzar, tomar decisiones, arriesgar, cuánto miedo nos da conocer gente nueva, qué miedo vivir! Como aquel viejo «Virgencita que me quede como estoy», creemos ya que cualquier cambio significa inevitablemente un cambio para peor, siempre para peor. ¿Y no os parece que no hay peor cambio que nada cambie? A veces nos da miedo perder lo que tenemos, poco o mucho, nos volvemos cómodos y no caemos en que siempre tendremos la oportunidad de recuperarlo o, quién sabe, la de conseguir algo muchísimo mejor.
Hace poco mientras curioseaba por internet leí algo que me sorprendió; se titulaba «Deseo que te equivoques». El autor de aquel artículo aseguraba que lo importante es equivocarse en cosas diferentes porque si las equivocaciones fueran siempre las mismas, no sería en absoluto una buena señal. La cosa no quedaba aquí, el tipo proponía algo, una especie de juego consistente en hacer cada día algo que te sacara de tu «zona de confort»: una llamada o un email “loco”, apuntarse a una clase de algo por completo desconocido y extraño, ver una película que nos han recomendado pero que no te apetece nada verla, aprender a tocar el trombón…no sé, hacer algo un poco incómodo, hasta ridículo, algo que provoque uno de esos cambios que tanto tememos y que, sin embargo, tanto necesitamos. Y en eso estoy, tal vez de ahí esta pequeña locura pública del blog.
Tomo prestada aquella frase atribuida a Beckett (como todas las grandes citas, siempre un poco bastardas): “Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”. Equivoquémonos. Seguro que en uno de esos tantos intentos acabaremos acertando, no?. No se lo digáis a nadie pero sospecho que el gran secreto de los valientes es que tienen miedo. Mucho miedo.
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Logo: ´Un, Dos, Tres`, de Chicho Ibáñez Serrador
Categorías:Futuro
Magnífico tu ´locura` bloguera, Manuela…y tan valiente.
Podrás equivocarte, seguro que antes o después caerás en ese tan temido error: pero lo importante, ya sabes, no es caerse, sino aprender a levantarse y, sobre todo, ´Soñando con maletas`, que sigo fiel desde aquel primer ´Sobreviviré`, es un palpable crescendo…
…cada día, tu escritura se va asentando, vas ganado seguridad sin perder en absoluto la frescura y la naturalidad de tus primeras líneas y te acercas, cada vez más y más, a la diana de tu objetivo.
Da gusto empezar un año que acaba en 13, abriendo el ordenador y leyéndote…´Equivoquémonos`!!!
Un saludo ,)
Con lectores como tú, tan fieles que no escatiman en elogios, dá gusto escribir. Espero seguir contando con tu «compañía» y con tu apoyo. Y sobre todo con comentarios tan bonitos. Millones de gracias.
Esta es de mis favoritas !