Todos tenemos nuestras manías, nadie se salva. Tampoco quien les escribe. Si hasta los perros las tienen, ¿por qué no iba a tenerlas yo? Eso sí, podéis estar tranquilos, entre mis manías no están el morder zapatos, ni calcetines…. Leer más ›
Moravia
Un hallazgo inesperado
Una vez más acabo detenida en la letra C de la Biblioteca. Me gusta pensar que Carver, Capote, Cheever, todos ellos me esperan desde su estante, como el hallazgo inesperado de la primera vez, del mismo modo que la… Leer más ›
Sin rumbo y sin propósito.
Las iglesias me sobrecogen. Cuando estoy en ellas, me siento pequeña, diminuta, casi insignificante. No en todas, claro. Me pasó en la Capella Brancacci de Florencia ante los frescos de Masaccio y Masolino. Me pasó en la Catedral de… Leer más ›
Roma es ella.
Llega tarde y lo sabe. No tiene excusa. Moravia la espera sentado en una mesa alejada del bullicio de los turistas. Se saludan con afecto. No lo dice, pero se siente decepcionada. Ni un fotógrafo ha salido a su… Leer más ›
En días así…
Hay días en los que sentada en mi escritorio, rodeada de notas y pensamientos a medio hacer, imagino ser una escritora de verdad, de esas que como Elsa Morante escriben despacio, sin prisa, rodeada de la pausa de sus… Leer más ›
El viaje a Roma
La primera vez que leí a Alberto Moravia fue hace mucho tiempo, tanto que no me acuerdo demasiado bien y eso que si de algo presumo es de tener buena memoria. No se me olvidan en cambio ciertos detalles,… Leer más ›