No se me olvida, no. Fue una mañana de mucho frio cuando le vi entrar con prisa, en la oficina de Correos. No se me olvida, porque allí estaba yo en una esquina, y vi como cruzó el vestíbulo… Leer más ›
sexo
Lo que fuimos
Mucho antes de que esta historia empezara a escribirse o al menos perfilarse como cierta, acabábamos de ser trasportados Javier y yo, por el torbellino del agua y después, engullidos por el desagüe de la bañera. Por suerte todo… Leer más ›
A mordiscos.
Los que como yo nos movemos en las arenas movedizas de la pasión desmedida, sabemos que basta el ligero vaivén de un abrazo mal dado, apenas un gesto torcido, para que todo, incluido el amor, se desvanezca. Y sin embargo… Leer más ›
El roce de una pierna.
Encuentro en la idea de observar a la gente, un extraño placer que roza lo indiscreto. El tonto disfrute del que se recrea en las historias de otros, y aún así lo hace a sabiendas que no debe. Suele sucederme… Leer más ›
A cien por hora
—Creo que necesito una cerveza. Es lo único que acertó a decir tras secarse el sudor que como gotas perladas caían por su frente. —¡Para te digo! —gritó esta vez, bajando el cristal de la ventanilla en un intento… Leer más ›
Habitación 505
No reparó en lo que estaba a punto de hacer, hasta que en el ascensor del hotel se desabrochó el cuello del abrigo con nerviosismo y se retocó una vez más el rojo de labios. El sabor del bourbón todavía… Leer más ›
No hubo sexo anoche.
En su apartamento parisino, la luz se cuela a trompicones por las cortinas. Las paredes del salón están adornadas con cartas, fotografías y algún recorte de periódico amarillento. No faltan cajas de zapatos donde guardar pequeños tesoros, diarios a medio… Leer más ›
Quiero ser como ella.
Acodada tras la barra del bar me siento guerrera, dispuesta a comerme el mundo a mordiscos, pero no os asustéis ¿eh? ¿Será que el vestido rojo que llevo puesto me favorece? ¿O será por las medias de rejilla? Conociéndome,… Leer más ›