Equivocarse es bueno. Nadar en la zozobra, hablar de tú a tú con la duda, sacarla de copas… Pegarle un morreo sin miramientos como a un amante trasnochado. No hacerlo, no equivocarse; más que raro diría que es imposible. Es más, él que diga que nunca se equivoca, que nunca ha flirteado con la duda, con ese desliz que se cuela en tu cama a media noche o es un imbécil o no sabe de lo que estamos hablando.
Complicado es, ¿quién ha dicho que no? Tan complicado, que algunas veces, te descuidas y ves como los errores te miran desde la orilla, desafiantes y te saludan con descaro mientras se aproximan por la retaguardia dándote un susto de muerte. Otras pasan de largo, con estudiada altivez, violentando significados, descubriendo conexiones, sacándonos de quicio como el goteo de un grifo mal cerrado que por insistente te martiriza en esa espera callada hasta que no podemos más.
Tan pendientes estamos de cómo salir airosos de la batalla, de esta batalla ya perdida de antemano, que no oímos los pasos. Nos limitamos a trajinar los errores, atar cabos con lazadas de marinero. Nudos imposibles de deshacer, que hacen olvidarnos que del encontronazo con la equivocación, sales fortalecido, renovado por dentro y por fuera. Una suerte de ave fénix, que reaviva los argumentos de una realidad vacía, una realidad en zapatillas de andar por casa de la que no podemos huir aunque queramos. Tal es nuestra torpeza, que no reparamos que a veces, los errores se reconducen hasta convertirse en aciertos, como el que baila un son cubano y pierde el paso… Movimientos de cadera que marcan el ritmo… Al mal paso, darse prisa… es lo que dice el dicho, es lo que digo yo.
Y es que hay tanta ignorancia en esto, tanta gente que no saben escuchar el sonido de un error…
Ignorancia, si…
Gente que se olvidan hasta de respirar. Bocas que tuercen el gesto. Miradas que se pierden en el vacío, lamentos… Gente que no saben que hasta la experiencia poética, está llena de incertidumbres. Callejones sin salida, briznas del pasado, una puerta que se cierra y un mundo ante tus ojos que se acerca a grandes zancadas.
Y mientras tanto más palabras, más gestos, una canción de Gino Paoli olvidada… ese amante trasnochado del principio que se aleja sin decirte si quiera adiós, otro que aparece y te promete el cielo, más sonrisas que miran para otro lado: las mías. Y más errores, y más zozobra…
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Foto: Herbert Bayer
Categorías:Momentos, Pensamientos
Muy cierto
Llámame loca pero me gusta estar errada cada dos por tres. Por cierto, que sonido más bonito tiene la palabra «zozobra» y toda su conjugación 🙂
Besotes
Hope
http://www.infinity-hope.com
Llámame rara, pero la palabra «zozobra» es de mis preferidas, otra es «zangolotina».
Quello che conta e’ che la verità e la giustizia siano salve….
Non importa chi le annuncia!
Dubitare , secondo me , e’ saggezza : cosi siamo spinti verso la ricerca e non ci accontentiamo dei risultati» pronti» e «precotti»!
Ciao , che bello il tuo post !
Io che sono come Amleto sempre in pensiero, il dubbio é quasi una scelta. Grazie per il tuo commento.
Me encanta la reflexión, me gusta la filosofía de vida que se extrae de tus palabras, de la interpretación que damos a las dudas y a los errores.
Y me gusta mucho el símil con el mar que se deja ver en toda la reflexión. Me parece muy acertado, pues cuando dudamos estamos justamente como inmersos en un mar azotado por el viento, dando coletazos hasta que somos arrastrados a la orilla.
Muy bueno.
Me alegra que te haya gustado. Un beso.
El que cree estar en posesión de la verdad no duda, es un autista de la vida…Y yo dudo de la gente que no duda… en fin, suele ser gente peligrosa. Yo diría haciendo una gracieta que la duda es bella!
Muy buen texto, gracias!
Un fuerte abrazo.
Tal vez porque yo no hago más que dudar, desconfío de esa gente tan segura de si misma. Gracias una vez más por leerme. Un abrazo.
Te he encontrado por la recomendación de una amiga que me ha regalado alguna de tus entradas.
Un buen descubrimiento.
Un placer tenerte por entre mis lineas. Esta es tu casa. Un saludo.
Todo suma. Hay que dudar, nadie tiene una bola de cristal que le asegure que va por el buen camino y, sinceramente, qué aburrido sería disponer de ella. Ahora bien, la duda mejor que sea de la que nos provoca cosquilleo en el estómago, una duda que motiva a tomar decisiones y no a encogerse; que nos da para, cuando miramos atrás, poder contar unas cuantas batallitas, aunque algunas sean de las de «tierra, trágame». 🙂
Delicada hasta el la zozobra… siempre un gusto leerte! 😀
Un abrazo