Bocados de realidad

Rodin (2)

 

Asumir una identidad que no es la tuya puede resultar cuando menos inquietante y, en ocasiones, diría que hasta peligroso. Acordaos si no lo que le pasó a Orson Welles cuando, ya sin muchas pretensiones, se enredó en aquel laberinto de engaños y mentiras que acabó en ese extraño documental que es “F For Fake”: cuadros falsos, marchantes falsos, falsos vividores… una película falsa en si misma: un rompecabezas cinematográfico en el que la dualidad ficción-realidad se dan la mano en un jueguecito poco recomendable, a no ser que te llames Orson Welles y además de un mentiroso compulsivo,  tengas millones de dólares detrás de tus saltos al vacío. O a no ser también que te apellides Rajoy o Mas o Aguirre y vivas en un mundo inventado por tu irrealidad, como el de tantos y tantos ejecutivos que se asoman al mundo por la ventanilla medio bajada de su Mercedes, con discursos tan ambiguos como trasnochados y… sí, falsos.

 

Hay mucha impostura vestida de calle, muchos adornadores de la realidad, cuentistas que se terminan creyendo sus propias invenciones como si fuera una parte más de su identidad. Basta que abras el último ¡Hola! y verás esas casas de falsos famosos rodeados de libros… libros como esculturas, jamás leídos, vacíos, sólo recursos de un buen decorador. Porque la imagen, aunque sea falsa, hay que cuidarla más aún que tus propias cualidades. Fijaos sino que hasta un genio como Picasso, tan celoso de su intimidad, se prestó a ese juego, donde se fotografiaba mostrando escenas de su vida cotidiana, bailando con su mujer, modelando arcilla en su estudio, disfrazado y montando un teatrillo para sus hijos… cualquier cosa con tal de ocultar, a base de vender cercana familiaridad, sus más verdaderas miseria íntimas.

 

Pero tampoco hay que irse tan lejos. La mentira disfrazada de alta costura existe no solo en el arte o en el mundo del papel couché. También en los despachos. Sin querer, me viene a la cabeza la Consejera Delegada de la que fue mi empresa durante tantos años, y recuerdo, con cierta rabia, ese afán tan suyo de rodearse de una camarilla de inútiles encorbatados de Armani, por aquello de destacar entre tanta incompetencia. Quitando esa arrogancia con la que conducía las reuniones, esas miradas con las que desarmaba al que la contrariaba, quitando ese gesto torcido de su boca cuando se enfadaba, todo en ella era falso, todo mentira. Hasta el Chanel nuevo con el que se presentaba cada día. (Seguir leyendo…)

 

 

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Foto: Jose Granizo



Categorías:Actualidad, Momentos, Pensamientos, Recuerdos

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18 respuestas

  1. Todas las máscaras tienen grietas.
    A veces, las máscaras son copia casi exacta de la cara que ocultan.
    Otras, ni siquiera encajan lo más mínimo.
    Y, como los zapatos, también las hay para cada ocasión.
    Un asunto que me interesa desde siempre, y tan actual. Saludos.

  2. quando come siamo ridotti a forza di apparire senza tenere conto della sostanza. cioa buona serata

  3. Como bien dices las falsas apariencias siempre acaban mal…
    Excelente articulo.
    Saludos.

  4. Me incorporo al blog con el temor de no tener todo el tiempo que me gustaría para leerte, Manuela. En cualquier caso ve delante, yo te sigo.

  5. Magnífico artículo. A algunas personas se las identifica enseguida, tras su máscara, a otras se tardan más, pero se podría decir que «por sus poses los conoceréis» , sobre todo un ojo observador que procura ver más allá del borde de sus pestañas.

  6. Vivimos en una sociedad que valora la apariencia. La imagen «vende» más que el contenido y todo el mundo quiere parecer más interesante, más guapo, más inteligente, más «importante». Lo que, desde luego, no es una mentira es la calidad de tus textos. Siempre es un placer leerte. Un abrazo!

  7. «Hay mucha impostura vestida de calle, muchos adornadores de la realidad…» Sin duda alguna, otra de esas diez frases que me guardaré como las mejores de este año…. Verdad verdaera como diría aquel anuncio.

    Un placer tenerte entre mi top ten.

    Un beso de esos sin máscara, sin trampa ni cartón, sólo con el sabor que deja un buen instante.

  8. Cuanto engañó hay en esas vidas de papel cuche y cuantas personas en sus vidas anti ponen las apariencias a la vida normal, les da terror que su entorno no vea cosas fascinantes, coche, casa, muebles, viajes y no se dan cuenta que a los primeros que engañan son a ellos mismos.
    Excelente entrada.
    Saludos
    Cristina

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